“El arte es magia
liberada, de la mentira de ser verdad.”
Theodor Adorno, Minima Moralia. Reflexiones sobre la vida
dañada, 1951.
El cineasta y artista visual
germano Julian Rosefeldt presenta desde el año 2015 su obra Manifesto, proyección experimental, que ofrece al espectador una postura y crítica
a la creación artística contemporánea. Rosefeldt quien cuenta en su haber con
cortometrajes como Deep Gold, homenaje a la magistral Edad de
Oro de Luis Buñuel, utiliza nuevamente el recurso cinematográfico como
medio de expresión para postular, en
mancuerna con una de las mejores actrices
del momento, su Manifesto.
Rodeada de imágenes que
transportan de atmosferas surrealistas a futuros apocalípticos o dominados por
la tecnología, Cate Blanchett hace gala de su ya garantizado talento, interpretando
a los trece personajes que a lo largo de toda la transmisión, dictaran las
sentencias sobre el quehacer artístico presente.
Hay que comprender antes que nada
que Manifesto no es una película con
historia o narrativa, tal vez sea más acertado no considerarla una película en
el sentido tradicional, sino un intento, para conectar con el observador a través del
impacto audiovisual, y compartir una concepción
del arte moderno.
Manifesto inicia con la declaración sobre la falsedad del arte;
verdad y mentira dos palabras que encuentran su propio sentido en el contexto
creativo ya que como han afirmado los estudiosos desde Aristóteles, el arte es
metáfora de la vida y el mejor artista es aquel que domina ese engaño a los sentidos, así que la obra de
arte sólo será verídica en su propia realidad alterna. Rosefeldt reclama esa
producción de auténticas realidades donde el arte moderno encuentre su verdad
al afirmar que “El arte requiere verdad
y no sinceridad”.
En voz de un recolector de basura,
Blanchett denota el carácter revolucionario
del artista, en un mundo donde la decadencia y dominio del capitalismo se extiende a todos los
niveles: económico, social y por supuesto cultural; convirtiéndose en invitado
de lujo en una lucha intelectual que rompa con los cánones del sistema y coloque
a través de la innovación las bases de una nueva ideología.
¿En qué consiste tu vida diaria?
¿Cuánto tiempo inviertes frente a una pantalla? ¿En qué momento vives y
convives con otra persona? La película elabora
una sátira del nuevo milenio, preocupado y dependiente de la tecnología. En un
personaje algo deprimente, de los trece caracterizados por Cate, observamos la
rutina casi común de dormir, comer y trabajar mecánicamente, mostrando la
necesidad de creaciones capaces de
influir dinamismo en una sociedad cada vez más indiferente y aletargada.
¿Cómo ser creativo ante los
dogmas, corrientes y modelos establecidos? El arte de hoy, debe ser valiente;
partir de lo tangible, sin limitarse a imitar. Atreverse a inventar, con el
riesgo de quebrantar formas, creencias y derrumbar ídolos y debe nacer de lo
más profundo del pensamiento y el sentir, para evitar ser superfluo. Uno de los protagonistas de Manifesto
hace un remarcado llamado a esta libertad que dibuje inéditos caminos hacia todas las
expresiones artísticas, sin preocuparse mucho por el pasado o futuro y concentre la capacidad inventiva a este particular
momento del presente.
La vida misma, los sueños, la
frontera entre lo racional y el inconsciente pueden ser la fuente de ideas, la
surrealidad tendrá amplia cabida en la labor artística actual. El concepto será lo que determine a la obra de
arte, sin importar tanto el "cómo" y el valor de la misma se
estimará en función de su autenticidad, Rosefeldt concluye que nada puede ser original
ya que en cada cabeza existe conocimientos previo del mundo y el artista es
libre de emplearlos, residiendo la calidad de la obra de arte en la
autenticidad que el autor logre impregnarle.
Si bien el discurso de Rosefeldt
puede no sonar tan actual a casi veinte años de iniciado el milenio, Manifesto es una interesante opción de
cine independiente:
Lo malo: La vigencia de los
postulados de Manifesto, en un nuevo
siglo que cambia y ofrece nuevas posibilidades para la existencia y para la
creatividad a una velocidad nunca antes vista.
Lo bueno: Los ambientes y escenas
proyectadas, en la que podemos ir de
ciudades en ruinas a fábricas del futuro; y de una particular clase de kínder a
una extravagante cena con toda la familia de Cate Blanchett; todo filmado con gran cuidado por la estética y los detalles.

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