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EL REFLEJO DE GRETA GARBO A TRAVÉS DE SUS PELÍCULAS (PARTE I)


“El rostro de la Garbo representa ese momento inestable  en que el cine extrae  belleza existencial de una belleza esencial.”

Roland Barthes

La palabra enigma definió siempre al ser humano detrás de la actriz que se convertiría  en el mito más grande del cine clásico: Greta Garbo.
Llegada de Europa, superando una  juventud marcada por la miseria de la guerra y la muerte prematura de su padre, Greta Lovisa Gustaffson pisa Hollywood en 1927 contratada por el empresario Louis B. Mayer. Sus primeras incursiones son en el cine mudo pero en 1930 y gracias a su marcado acento sueco y peculiar voz sobrevive sin problemas la transición a las películas sonoras protagonizando Anna Christie.  Pocos quedarían indiferentes ante su presencia en la gran pantalla, con un rostro innumerables veces calificado de perfecto y un halo  de misterio que inicia en la mirada y se extiende a cada gesto capturado por la cámara. Casi no sonríe, muchas veces parece distante pero hay algo magnético  en Garbo que incita a conocer el motivo de su aparente e ininterrumpida tristeza.
Inmediatamente la Metro Golden Meyer identifica el potencial comercial de su artista y decide edificar  a la primera gran estrella de la meca del cine. Greta ejemplifica como nadie el concepto de Diva y se percibe como inalcanzable entre un público que pronto la bautizaría como La Divina.  No era la actriz más versátil, la Academia jamás le otorgo un Oscar y sin embargo alcanzó un status de icono del séptimo arte, además de ser la actriz mejor pagada en una década donde hacer películas era un asunto serio, convertida en una marca capaz de abarrotar por sí sola las taquillas. Pero La Divina era más que un producto de la industria, poseía talento casi innato coronado por su exclusiva belleza y sus papeles también acentuaron lo diferente, interpretando generalmente mujeres poderosas y fuertes, capaces de sufrir y enamorarse  pero sin perder nunca el derecho genuino a la independencia. Esa negación a la sumisión reforzó su carácter de extraña e inconquistable sobre todo entre los hombres.
Con la MGM  interpretó reinas, prostitutas, espías, comunistas, alcohólicas, infieles; logrando atenuar el reproche moral  que el espectador de la época pudo ejercer sobre muchos de sus personajes. Así la vida de cortesana de  Marguerite Gautier o el engaño de Anna Karenina parecen más entendibles si en pantalla los comete Greta Garbo, porque el mundo no juzga a La Divina simplemente la admira.
Sorpresivamente y en la cima de su carrera, Greta Garbo con un contundente “Quiero estar sola” anuncia su retiro con tan solo 36 años de edad y evita cualquier actividad  relacionada con la actuación y sobre todo con la fama, sin impedir con ello que su figura se convierta en leyenda y que la prensa siga especulando casi cien años después sobre su personalidad, hábitos y preferencias sexuales. Más allá de las teorías sobre su vida privada, La Divina sí deja tangible su trabajo  en escena, en películas hoy clásicos de la historia del cine y la cultura. Aquí algunas de las mejores y más famosas:

Anna Christie (1930)

La película ambientada en época de la Gran Depresión, no vacila en mostrar la crudeza de la vida de los marinos emigrantes de Europa aparcados en los puertos mercantes de Nueva York. Anna Christie (Greta Garbo) es una joven de veinte años, cuyo presente es producto del abrumador contexto social   donde  la pobreza, el alcoholismo y la violación son cosas que no sorprenden y el mar como fuerza violenta de la naturaleza aparece como portador de estas desgracias.
Sorpresivamente las figuras masculinas (papá y enamorado)  esperan que en medio de toda esta rudeza, Anna Christie sea una “chica decente”. La protagonista por supuesto ya arrastra bastante pasado y en un gran desborde de independencia, amargura, pero sobre todo de realidad se niega a montarse la farsa de la novia buena, resumiendo en una escena en el gran mérito de la historia: crear personajes  que no buscan ni lástima ni redención, pero que conectan inmediatamente con el espectador por su enorme realismo  e imperfección.
Este es el primer gran éxito de Garbo en el cine norteamericano y  por supuesto llama la atención,  la naturalidad con que interpreta este papel  que en cualquier otro caso pudo ser en exceso dramático, pero La Divina lo convierte en estoico.

Anna Karenina (1935)

(Alerta de spoiler)
Con una importante producción de David O. Selznick, la MGM realizaría en 1935 la adaptación cinematográfica del clásico de Tolstoi: Anna Karenina. Garbo protagonizara por primera vez en los cines estadounidenses esta historia que hace una dura crítica a la alta esfera rusa y su doble moral.
Anna Karenina es un personaje trágico y evidentemente feminista, que abandona un matrimonio  por conveniencia para escapar al lado del conde Vronsky. Era 1935 y no existían finales felices para los adúlteros, especialmente si estas eran mujeres, así que Karenina lo perderá todo, incluyendo el supuesto amor de su amante, el derecho de ver a su hijo y  la vida. Vronsky por su parte se reintegrara poco a poco a su círculo social y actividades, ya que su falta se considera comprensible o menos grave. Sobra decir que el asunto no ha cambiado mucho un siglo después.
Anna Karenina es uno de los libros con más versiones en el cine, pero esta película es la mejor. El reparto y los diálogos son excelentes, incluidos los del pequeño Sergei. El principal atractivo es Greta Garbo y no decepciona. Su personaje evoluciona desde la mujer enamorada pero dudosa en medio de elegantes  eventos de la corona rusa hasta la soledad de las inevitables vías del tren que consumaran su muerte, predecible en la mirada imperturbable y vacía atrapada en la última toma de La Divina.

Ninotchka  (1939)

Se trata de una comedia sofisticada, publicitada con el anuncio de “Garbo ríe” y la verdad no es que se destornille de la risa pero la cinta es bastante entretenida. Greta Garbo interpreta a Ninotchka  una muy patriota agente rusa  que tendrá que disfrutar las comodidades del exterior al ser asignada a una importante misión en Francia. El guion se realizó en tono de comedia porque está lleno de incisivas y repetidas críticas a los regímenes socialistas  y un poco al capitalismo y sus excesos; pero no lo hace de manera vulgar, por el contrario utiliza un humor inteligente y con bastante sarcasmo, muy acorde a la personalidad asociada a Garbo.
Ninotchka entra en escena como un personaje frío e inflexible, incapaz de disfrutar de los lujos y la diversión, tal parece que es esta la proyección de los soviéticos que los estadounidenses intentaban plasmar en el imaginario colectivo. Poco a poco Ninotchka se va ablandado y por supuesto se enamora en suelo extranjero, pero nunca pierde el enorme sentido nacionalista. Un gran acierto de los escritores es que al final no crearon un argumento para satanizar a la URSS, y defienden que la verdadera libertad de las personas debe estar más allá de la política o los sistemas económicos, que en cualquiera de sus formas siembran  prejuicios y son restrictivos, ya que de otra manera no podrían provocar la guerra.
Greta Garbo en esta película deja  el drama que caracteriza a sus personajes, se divierte y divierte, a pesar de la singular risa  que se le escapa a cuentagotas, sin perder con ello un ápice de elegancia.

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